Los niños en muchos casos han sido fuente de inspiración creativa ( Charles Dickens, El Lazarillo, etc) y la representación de su sufrimiento debería concienciarnos para generar espacios de reflexión existencial e impulsos políticos y sociales de transformación y cambio.
Decía una poeta chilena que cada niño trae una “esperanza llena de fuerza y de misterio a las colectividades caducas”. Pero la realidad es que hay niños/as cayendo en las redes de la esclavitud, guerra, prostitución o tráfico humano. Europa está llena de niños/as perdidos; y lo que es aún peor, tenemos que tener presente que con cada infancia aniquilada, va desapareciendo los cimientos de nuestra existencia. El futuro se evapora.
¿ para qué sirve tener poder tecnológico y avances científicos si no podemos ayudar a los niños/as? Y si queremos un mundo mejor para los niños/as se ha de cambiar la educación. Como decía García Márquez: “ una educación desde la cuna hasta la tumba, incomforme y reflexiva, que nos inspire un nuevo modo de pensar y nos incite a descubrir “.
Por todo ello, tenemos que tener presente la idea de que los niños no son el futuro porque algún día vayan a ser mayores, sino porque representan la pureza inicial del ser humano que debe estimular a los adultos a luchar por un mundo mejor. Desde Salamanca Acoge ése es el reto y el objetivo por el que trabajamos día a día desde los proyecto de atención a la infancia como es la Pequeteca.